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-La novia de la víctima sospechaba ya que el autor de su muerte podía ser el hombre que detuvo la policía
La familia del joven atropellado en A Mariña agradeció las muestras de cariño y la colaboración ciudadana-



Hay sentimientos que no caben en las palabras. El silencio que ayer cayó sobre el atrio de la iglesia parroquial de Carril cuando, pasadas las seis de la tarde, la familia y los amigos más cercanos de Manuel Abalo llegaron a él acompañando su féretro fue de este género de momentos. La idea inevitable de que quien iba a recibir sepultura minutos después no debería estar allí, sino disfrutando de una tarde en la que incluso el sol se dejó ver, el convencimiento de que en realidad ninguna de las más de cuatrocientas personas que acudieron a Carril para acompañar a su gente más querida tendrían que estar allí, era estremecedor. Igual que el dolor que reflejaban tantos rostros.
Antes, por la mañana, la hermana de Manuel quiso agradecer públicamente el respaldo recibido durante dos días durísimos. Y, muy especialmente, la colaboración ciudadana que facilitó la identificación y detención de Pablo Bouzas González, Castiñeiro , a quien se atribuye el atropello y muerte del joven vecino de Guillán. A lo largo del domingo y el lunes, la comisaría de la Policía Nacional y el servicio de la Policía Local recibieron varias llamadas que desvelaban las dudas sobre el modelo del automóvil mortal, un Audi A 4, y la posible responsabilidad sobre la tragedia.
A última hora de esa misma mañana, la de ayer, el detenido, de 24 años, apenas un año mayor que la víctima, entraba en los juzgados de Vilagarcía tras pasar la noche en los calabozos de comisaría. En la puerta del edificio judicial se agolpaban un grupo de amigos del fallecido, que no dudaron en increpar a Casti, o Castiñeiro, quien, al ser detenido, reconoció a los agentes haber sido él quien conducía. Algo que no evitó, en su conciencia, elegir fríamente la noche siguiente al atropello para conducir hasta Portugal y ocultar el Audi en un taller para no dejar pistas.
Allí, en la puerta de los juzgados, una amiga de Manuel recordaba la terrible escena que se desató sobre la acera del número 100 de la avenida de A Mariña el domingo, a las seis menos cuarto de la mañana. La chica estaba en el local que acababa de abandonar el grupo de amigos y salió inmediatamente al percatarse del brutal impacto. «Su novia tuvo el presentimiento ya de que podía haber sido este tío, Casti, o alguno de los que andan con él», dijo la joven.
En realidad, según cuentan, no era nada extraño ver el Audi que pilotaba Castiñeiro volando a velocidades de vértigo en una vía urbana limitada a 50 kilómetros por hora. «Tranquilamente pudo salir de otro pub y venir ya como un loco, porque siempre estaba pasado». Esta vez, la peor de todas



(Fuente: La Voz De Galicia, 14-05-2008)
(Foto: "Un absoluto silencio cayó sobre el atrio de la iglesia de Carril a la llegada del féretro de Manuel Abalo", Monica Irago)
 
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